La Rioja no es ...


“La Rioja no es un lugar como algunos otros. No es una superficie tersa transitada de puntillas por personajes que se representan a sí mismos. Yo la veo desnuda, toda huesos y vísceras, invitándome a penetrarla, a sufrirla, lo que significa decir, vivir la vida de sus gentes.”

Daniel Moyano



sábado, 16 de abril de 2011

CRITICAS SOBRE SU OBRA :

“El infierno de los vivientes no es algo que será; si hay uno es el que está ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos” explica Italo Calvino en “Las Ciudades Invisibles”, y prosigue indicando que hay dos modos para no sufrirlo. Uno, el más fácil, es “aceptar el infierno y volvernos parte de él hasta el punto de no verlo más”.
Pero no todos pueden seguir ese camino. Hay personas a las que el dolor del mundo las atraviesa, les pasa por dentro, las subleva. Diana, quizás genéticamente, es una de esas personas. Anhela un mundo distinto, y no puede menos que criticar ácidamente este mundo hecho de hipocresía, de mentira, de sumisión al poderoso.
Artista, expresa todo eso en colores, en texturas, en rugosidades, en brillos y opacidades. Y crece, clarificando su lectura del mundo, profundizando su técnica, enriqueciendo su modo de expresar lo que ve.
Algunas obras pueden molestarnos. Mirémoslas atentamente. Quizás descubramos que no son sino espejos que nos devuelven nuestra imagen.

Luis Orecchia*

*Arquitecto y Titular de la cátedra de Estética en el Instituto de Arte y Comunicación de La Rioja.- Para el catalogo de la Muestra. “Unos van otros Vienen”, La Rioja, Arg. nov. 2006.


Diana y los genes de Altamira:

“La fantasía, aislada de la razón sólo produce monstruos imposibles. Unida a ella en cambio es la madre del arte y fuente de sus deseos”. Francisco de Goya

Es niña y ajena a todo Diana pinta. Es adulta y entre niños y gritos, pinta. Corrige una tarea y pinta. Cocina y pinta. Organiza su casa y sigue pintando. Suenan Fito, el flaco Spinetta y Charly y los pinceles no tienen paz. En ella pintar es Inevitable. En el prólogo de “Música para Camaleones” Capote habla del “látigo que Dios me dio”, explicando soberbiamente esta situación.
¿Qué hace mover a este látigo? ¿El instinto? Diana nos aclara con el título de esta muestra que son impulsos psíquicos. Mientras que el instinto responde al circuito "estímulo-respuesta" y posee objetos precisos e inamovibles, las pulsiones carecen de objetos fijos, predeterminados. Son fuerzas derivadas de las tensiones somáticas en el ser humano, y las necesidades del ello. La pulsión -a diferencia del instinto- nunca queda satisfecha completamente.
Así la vida diaria, las noticias, las letras de las canciones que escucha, su sensibilidad ante el otro, dan origen a los temas que aborda en sus series. Un solo lienzo no alcanza para agotar el impacto que movilizó la pulsión psíquica. La convierte en una pintora serial. Y al modo de los integrantes de la nueva figuración de la pintura argentina de comienzos de los ´60, retoma una y otra vez cada obra. La corta y pega el pedazo en la nueva. Re empieza. Re inventa. Rompe la pintura para contar la realidad. No importan las roturas sino la impronta, que es una nueva construcción y una nueva realidad. Experimenta con diferentes materiales para conseguir texturas que la obsesionan. Colorados lacre, azules eléctricos, amarillos azafrán, son cubiertos por betún, por purpurina, por esmaltes. Un medio acuoso es invadido rápidamente por otro oleoso. La resina poliéster, translúcida, tóxica y densa, pareciera una lupa que nos obliga a fijar nuestra mirada en ese punto focal donde está colocada, deformando la imagen, haciéndonos ver cuan deformado esta el mundo. Insiste sobre la realidad, sobre esa frontera espesa que se dilata, que se mantiene firme en su fragilidad y en su desconcierto.
Se convierte en constructora de estructuras maniqueas, el bien versus el mal, civilización y barbarie, Norte y sur, lo terrenal entremezclado con lo sobrenatural. En este caso el cosmos fantástico puede conectarse con el marco social (los pesados años ‘70, el rol de los hombres que dirigen la iglesia, la desmesura e ineptitud de nuestros gobernantes, la minería a cielo abierto…) a tal punto que de tanto unirse solo queden similitudes entre ambos planos.
A diferencia de muchos nosotros que solo contamos con los genes de Altamira, Diana tiene imprintado en su ADN los genes del hipersensible Estanislao Guzmán Loza y del enorme Toto Guzmán. Con personalidad, trabajo e inteligencia, logra crear una imagen propia, de fuerte presencia espacial, emotiva y provocadora.
Hugo Albrieu*
* Artista Plástico, Para la Muestra “Impulsos Psíquicos” La Rioja, Arg. Nov. 2008

El Jardín de las Delicias (Muestra con Eliana Bustamante)

“Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire…Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo” J.L.Borges

Pinturas, fotos intervenidas, objetos, dibujos, instalaciones, videos. Un grupo de trabajos de las plásticas riojanas Eliana Bustamante y Diana Guzmán conviven (¿en inquietante armonía?) en la muestra llamada “El jardín de las Delicias”.
En una unión conceptual y estética, la contaminación espacial y material se adueña del espacio. Los paisajes saturados de intensidad y basura, los materiales no convencionales y de desecho, los colores llevados al extremo y la monocromía, lo autorreferencial y el entorno, el Yo sumergido, decadente y conformista, el ruido visual y sonoro.
El Ruido.
Un ruido sordo que invita a la reflexión más profunda sobre el futuro de nuestro planeta.
El título de la famosa obra de El Bosco refuerza esta invitación: El cuadro cerrado en su parte exterior representa un globo terráqueo, con la Tierra dentro de una esfera transparente, símbolo, según Tolnay, de la fragilidad del universo. Los tonos elegidos son grises, solo hay formas vegetales y minerales, no hay animales ni personas, consiguiendo un dramático contraste con el colorido interior, entre un mundo antes del hombre y otro poblado por infinidad de seres. Un falso paraíso en el que la humanidad ha perdido su norte y se dirige a su perdición
Otra vez el Ruido. No nos deja oír, no nos deja ver, no nos deja reflexionar, ni actuar. Somos espectadores disconformes de un presente hostil. Somos pasajeros de un barco sin timón, navegando en un río sin agua. Decenas de símbolos diferentes, cuyas claves solo pueden sospecharse, pueblan este espacio opresivo y angustioso en el que la locura se ha apoderado del mundo.
Ese Ruido. Como nos distrae ese ruido.
Lejos de una postura activista o didáctica, con poesía y con arte, Bustamante y Guzmán nos recuerdan que lo mejor es lo que no decimos.
Hugo Albrieu

-Para la muestra El Jardín de las Delicias, Marzo’ 2011, Secretaría de Cultura, La Rioja. Abril’11 Espacio Cultural La Primitiva, San Fernando del Valle de Catamarca. Arg.

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